La primitiva iglesia de San Isidoro, casi con seguridad del siglo XIII, una de las más antiguas de la ciudad, fue derribada en el primer tercio del siglo XX y tuvo una extraña vida. Actualmente sólo quedan de ella algunos restos en el Museo Arqueológico, la gran catacumba de nuestro pasado, y un arco, evocador de su belleza, en el Campo San Francisco.Este viejo templo, a juzgar por el espacio que ocupó, en la actual plaza del Paraguas, era pequeño y estaba cercado por el caserío, teniendo como telón de fondo toda la zona del Postigo, Regla y Paraíso. Con motivo de la expulsión de los jesuitas, que dejan vacío el gran colegio de San Matías, en el Fontán, que acabará por convertirse en mercado, y el propio templo, en la plaza Mayor, pasa este último a transformarse en parroquia de San Isidoro, mayor y más cercano a la nueva vida comercial de la ciudad.