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Cuando las rocas quedan expuestas en la superficie los agentes atmosféricos (temperatura, humedad) el agua y la acción biológica provocan diferentes cambios en ellas. Estas transformaciones tanto físicas, químicas y mineralógicas van debilitándolas, rompiéndolas y transformándolas en otros materiales, los que finalmente dan origen al suelo, la capa más superficial de la corteza terrestre, la piel de las rocas. A medida que los procesos formadores de suelo, que en conjunto se denominan meteorización, van profundizando su actividad, se van generando diferentes capas, superpuestas unas a otras y cada una de ellas con sus características particulares. En este punto se puede observar con claridad dos niveles de suelo: uno más superficial con desintegración casi completa de la roca y gran contenido de materia orgánica. En esta capa tienen sus raíces las hierbas y arbustos. Mientras que la segunda capa, debajo de la anterior, corresponde a roca mucho menos afectada por los procesos formadores de suelo.