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Fue hallada en el año 1937 en el entorno del altar de la ermita situada en el barrio que le da nombre (Lombera). Se cree que pudo ser fragmentada previa construcción de dicho templo, del cual se sabe que tiene sus orígenes en el siglo X d.C. Existen diferentes hipótesis sobre el estado en el que se encontró, llegando a pensar algunos investigadores que pudo ser “destrozada” como símbolo de cristianización del propio icono presumiblemente indígena (al menos sus motivos decorativos). Tras la reconstrucción de la estela, hoy expuesta en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, se pudo concretar que posee 1,90 metros de diámetro y unos 0,27 de grosor.